domingo, 20 de enero de 2013

La batalla de Garcinarro


El 31 de agosto de 1158 muere el rey de Castilla, Sancho III, dos años después de la muerte de su esposa, dejando huérfano y heredero del reino a su hijo Alfonso VIII, que tenía sólo 3 años de edad. Don Sancho había encomendando la tutoría del pequeño rey a Don Gutierre Fernández de Castro, caballero noble, amante de la patria, que había sido ayo del difunto rey. Además, en su testamento, establece que los señores y ricos hombres de Castilla conserven las tenencias y feudos concedidos por él hasta que Alfonso VIII alcance la mayoría de edad (15 años); pues estaba en la potestad del nuevo rey retirar los beneficios concedidos por su antecesor.

Había entonces en Castilla una familia de las llamadas 'grandes', la casa de los Lara, encabezada por el conde Don Manrique de Lara, persona ilustre en su tiempo tanto por su sangre como por sus hazañas, que estaban envidiosos de que el rey fuese entregado a Don Gutierre y empezaron a juntar partidarios contra él y su familia, los Castro. Don Gutierre, para evitar el enfrentamiento, confió la educación del rey a Don García de Aza, hermano de madre de Don Manrique; pero Gutierre murió pronto y el de Aza fue persuadido por Don Manrique para que le entregara la custodia del niño. Habiéndose apoderado los Lara del rey en 1159, lo trasladan a Haza (Burgos), territorio que estaba bajo su control, y nombran a Don Manrique gobernador del reino.

Así, lejos de alcanzase la concordia, se originó una verdadera guerra civil, no sólo entre los Lara y los Castro, también con diferentes reinos cristianos que aprovechan la situación para ocupar territorios de Castilla. Por un lado, Sancho VI, rey de Navarra, se apodera de Logroño y parte de La Rioja. Por otro lado, Fernando II , rey de León y tío de Alfonso VIII, toma la ciudad de Burgos y más tarde Segovia y Toledo; exigiendo que los Lara le entreguen a su sobrino, a fin de hacerse cargo de su educación y restaurar el orden en el reino.

Las conquistas de Fernando II, aliado de los Castro, obliga a los Lara a trasladar al rey para mantenerlo lejos de éste; primero a Soria, luego al castillo de San Esteban de Gormaz, a Atienza y a Ávila. Cuando el rey fue creciendo, lo llevaban a visitar su reino para mantener la pleitesía de sus vasallos.


La batalla

Los Lara estaban empeñados en quitar a los Castros las tenencias que poseían. En 1164, teniendo el conde Manrique de Lara noticias de que Fernando Ruiz de Castro se hallaba con su ejército en las cercanías de  Huete, reunió a sus hombre y se dirigió hasta allí, llevando consigo al rey, que dejó en Garcinarro. Ruiz de Castro trató de evitar el derramamiento de sangre alegando como innecesario; pues quedaba ya poco para que Alfonso VIII alcanzara la mayoría de edad y, entonces, entregaría al Rey sus tenencias, cumpliendo lo estipulado en el testamento del anterior monarca, Sancho III. Manrique de Lara tomó ésto como un signo de cobardía y contestó con soberbia que no levantaría el campamento sin prenderlo o matarlo, y que entraría en Huete por fuerza de armas. Ruiz de Castro arengó a sus soldados, e intercambió sus armas con un escudero de los que lo seguía.

El conde Manrique salió solo hacia los de Castro, y al ver que ninguno de ellos le salía al encuentro, se volvió con su gente. Don Fernando Ruiz de Castro tomó esta acción como un menosprecio de su valor, y volviendo a arengar a los suyos, acometió y comenzó la batalla.

Don Manrique volvió a adelantarse solo y se le quebró la lanza al golpear al escudero con el que había intercambiado las armas Don Fernando Ruiz de  Castro. Viendo uno de los suyos al conde desarmado, acudió a socorrerlo, y de una lanzada derribó al escudero que creían ser Don Fernando. El conde que vio al caballero así yacer, comenzó a llamar: "Lara, Lara" -a muy grandes voces- "ferid los cavalleros, ca muerto es don Ferran Ruyz". A lo cual un hombre de Don Fernando dijo: "mentira es, el ca viuo es don Ferran Ruyz" Y seguidamente el conde recibió una lanzada que no le valió armadura ni guarnición, dio con él en tierra muerto (no se sabe con certeza si fue Don Fernando Ruiz quien mató al conde o uno de los suyos). Cuando Don Fernando vio al conde yacer en tierra comenzó a llamar "Castro, Castro" -a muy grandes voces- "yo so don Ferran Ruyz cavalleros feridlos, ca muerto es el Conde". Y  comenzaron a luchar los de una parte y los de otra muy fieramente. En ambos bandos hubo importantes daños; pero los del Conde, viendo muerto a su señor, menguaron su esfuerzo y fueron vencidos. Cuantos escaparon de aquel fatal suceso se fueron recogiendo en Garcinarro, donde se hallaba el rey con una pequeña guarnición y, para asegurarle del campo vencedor, lo llevaron desde allí al castillo de Zorita.


Me da que...

Los garcinarreros de la época quedarían perplejos, probablemente muy jodidos y puede que algún infeliz, incluso, muerto. Llegan hasta allí el mismísimo rey con una pandilla de los llamados 'grandes' de Castilla, a caballo, vestidos de forma estrafalaria con armaduras, lanzas y espadas, exigiéndoles manutención, puede que mujeres para sus placeres y hombres para sus refriegas (los libros de historia no iban a decir estas cosas) y comienzan a pelearse entre ellos para satisfacer su codicia y para el bien... ¿de quién? Y luego los acaban llamando héroes y concediéndoles propiedades, condados, ducados o reinos. 


Bibliografía:

Florian de Ocampo (1604) Crónica de España. 4ªParte.
Ibáñez de Segovia, Gaspar (1783). Memorias históricas de la vida y acciones del rey D. Alonso el Noble, octavo del nombre (1ª edición). Imprenta D. Antonio de Sancha. Madrid.
Listar, Alberto (1836) Historia de España. Tomo 27. Imprenta de la real Compañía.  Madrid.

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