miércoles, 8 de octubre de 2014

Garcinarro a mediados del siglo XVIII según el catastro de Ensenada. I. La agricultura


Conocemos como Catastro de Ensenada a las averiguaciones (catastro significa averiguación) llevadas a cabo entre los años 1749 y 1757 para conocer, registrar y evaluar los bienes y las rentas de los súbditos de la Corona de Castilla, en las 22 provincias que la componían. Este catastro obedecía al Real Decreto de Fernando VI de 10 de octubre de 1749, a propuesta del Ministro de la Real Hacienda, don Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada, con objeto de reformar el sistema fiscal, que era bastante complejo y desigual. Esta reforma consistía en cambiar las llamadas Rentas Provinciales por una única contribución que recaudaría directamente la Real Hacienda[1].

Con el nuevo sistema fiscal se pretendía que los impuestos se pagaran de forma más equitativa; pero también se esperaba incrementar los ingresos de la Real Hacienda en un 20-30% para paliar la precaria situación en la que ésta se encontraba, tras la declaración de bancarrota de 1739. Esa situación de penuria se prolongaba irremediablemente aún en la década de 1740' debido a los dispendios de la corona en las guerras que sostenía en Italia, que consumían los caudales que entraban en sus arcas[2].

El primer paso para la realización del catastro fue hacer un interrogatorio de 40 preguntas[3] sobre la población, la producción agrícola y ganadera y otros oficios y rentas del pueblo, así como los impuestos, los bienes del consistorio o del clero. Es lo que se denominaba 'Respuestas Generales'. Tras éstas, se pasaban a las 'Respuestas Particulares' dadas por cada vecino. Después se procedía a la comprobación pericial de lo declarado, sancionando con una multa de 200 ducados a quienes hubieran ocultado bienes. Con la información se elaboraban dos libros de registros; uno denominado 'Libro de lo real' y un vecindario sobre la filiación de cada vecino y su familia, llamado 'Libro de los Cabezas de la Casa'[1]. En Garcinarro, sin embargo, solo disponemos de las respuestas a las 40 preguntas que realizó "Dn Domingo Antonio de Aldana Malpica, corregidor de la Ciudad de Huete y su tierra, superintendente de Rentas Reales de ella y Juez subdelegado para el expediente de diligencias de Única Contribución"[4], para lo cual, el 3 de mayo de 1751 convocó a las siguientes personas:

Cura párroco:                                    Agustín Haran.

Alcaldes:                                              Juan Barranquero,
                                                                Pedro del Horno Fernández.

Regidores:                                           Juan Josep Haran,
                                                                Francisco del Horno,
                                                                Francisco Harán,
                                                                Francisco Cavezo.


Procurador síndico general:           Juan Alcalde Baquero.

Alcaldes de la hermandad:              Juan Izquierdo Ramírez,
                                                                Juan de la Sierra.

Jurados:                                               Julián Astudillo,
                                                                Manuel Ballesteros,
                                                                Julián de la Concha.

Escribano:                                            Luis Bernardo Román.

Vecinos de mayor opinión e inteligencia en el conocimiento, calidad y cantidad de tierras y demás que comprende el término de Garcinarro:
                                                                Joseph López,
                                                                Joseph Alcalde,
                                                                Alphonso Román,
                                                                Joseph de la Concha.

En esta primera entrada sobre el catastro de Ensenada vamos a hablar sobre lo declarado por los vecinos con respecto a la agricultura. En próximas entradas hablaremos de la ganadería, otros oficios, los impuestos, los bienes municipales, y lo que pasó finalmente con este catastro.


La agricultura

Tierras y cultivos

La superficie considerada cultivable incluía tierras de tres diferentes calidades, que (no se complicaron la vida) las llamaron de primera, segunda y tercera calidad.  Las de primera calidad comprendían 1.980 almudes (6 almudes equivalen a una hectárea), 6.290 almudes correspondían a la segunda calidad y 9.770 eran de tercera. Además había 1.500 almudes de tierra de ínfima calidad que no servían para el cultivo. Toda la tierra de cultivo era de secano; no se sembraban hortalizas ni otras leguminosas frescas. Tampoco había árboles frutales, a excepción del olivo, aunque crecían algunas nogueras bravías en los linderos, así como algunos almendros; pero su fruto parece ser que no tenía valor, como sucedía con las parras que había, cuyas uvas nunca llegaban a madurar. Por eso, a ninguno de éstos se les regula como fruto y no se les dio valor en el catastro de Ensenada.

Los olivares ocupaban tierras de tercera calidad, desde la falda de la sierra hasta lo llano, sin llegar a la vega. Había unos 11.500 olivos en 575 almudes de tierra. Las viñas ocupaban unos  1.407 almudes, en los que había 281.400 cepas. Casi todos los plantíos de olivos y vides están en dispuestos en 'tendido' a excepción de algunos que se disponían en hileras, ocupando unos 200 almudes de tierra. El resto de cultivos eran anuales y se componían principalmente de cereales (trigo, cebada, centeno, avena y escaña). También era apreciable la superficie dedicada al azafrán, que ocupaba unos 120 almudes cada año; eso es unas 20 hectáreas. Otros cultivos como garbanzos, almortas y cáñamo no llegaban a sumar entre todos el 0,5% de la superficie cultivada cada año (Fig. 1).

Fig. 1. Tipos de cultivo expresado como porcentaje. No se considera la superficie que corresponde a barbecho y que es equivalente a la superficie que ocupan los cultivos herbáceos (es decir, todos menos vides y olivos).

En Garcinarro, en el siglo XVIII, ya no se cultivaba el zumaque (Rhus coriaria); pero, al igual que hoy, había plantas asilvestradas al pie de la sierra que persistían de antiguos cultivos. La superficie que ocupaba esta planta se estimaba en unos 70 almudes (casi 12 ha); de ella se obtenía algún beneficio económico al comercializarla, pues se utilizaba en las tenerías para curtir las pieles.

La producción agrícola

La producción dependía de la calidad de la tierra donde se sembraba. Por ejemplo, el trigo producía 4 fanegas por cada almúd sembrado en tierra de primera calidad, que equivale aproximadamente a unos 960 kilos por hectárea. En tierras de segunda producía 3 fanegas por almud (720 kg/ha) y en tierras de tercera 2 fanegas por almud (480 kg/ha). En promedio, en un quinquenio se producían unas 8.950 fanegas de trigo, que suponía unos 358 toneladas sumando lo que se producía en todo el pueblo (Tabla 1). 


La cebada, al igual que los garbanzos, almortas y el cáñamo, solo se sembraban en tierras de primera calidad, el azafrán en tierras de segunda, mientras que la avena y la escaña, que se solían sembrar mezcladas, solo se cultivaban en tierras de tercera calidad.

Para la mayor parte de los productos cultivados, declaran la producción quinquenal detallada en la tabla 1. No se habla ni de la producción total de azafrán, ni de los olivos; aunque declaran que estos últimos producen 1.500 almudes de aceituna al año (unas 37,5 toneladas). Cada molienda consiste en diez almudes de aceituna y dan limpio al agricultor dos arrobas y una cuartilla de aceite, después de haber pagado el diezmo (el impuesto pagado a la iglesia) y la maquila (la parte que aceituna que cobra el molinero). Así, estimamos que al quinquenio se producen unas 1.688 arrobas de aceite.

El cáñamo (Cannabis sativa, variedad: sativa) que se cultivaba en Garcinarro y la marihuana (C. sativa, var. indica) son variedades de la misma especie. Las flores femeninas de ambas variedades presentan glándulas que segregan una resina que contiene tetracannabiol, principio activo que actúa como psicotrópico, que es más abundante en la variedad indica. El cáñamo (C.s. sativa) se cultivaba para obtener semillas (cañamones) para uso alimentario; además, de la propia planta se obtenían fibras para usos textiles y cordelería[5]


Referencias
[1] Matilla Tascón, A. 1947. La Única contribución y el Catastro del Marqués de la Ensenada. Ministerio de Hacienda. Servicio de Estudios de la Inspección General. Madrid.
[2] Camarero Bullón, C. 2002. El Catastro de Ensenada, 1749-1759: diez años de intenso trabajo y 80.000 volúmenes manuscritos. CT Catastro 46:61-88.
[5] Castroviejo et al. 1986. Flora Ibérica. v. III Plumbaginaceae-Capparaceae. Real Jardín Botánico, CSIC. Madrid.

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