domingo, 13 de enero de 2013

¡Por aquí andamos!


Garcinarro es un pueblo de la alcarria conquense que, aprovechando el vallejo del pequeño arroyo de "Las Minillas", se asienta sobre éste para esconderse en medio de un rosario de rocas de areniscas, las cuales debieron de ser parte de una gran playa fluvial a orillas de un gran río, allá por el cretácico superior. Eso es, más o menos, en el 5º día de la creación.

Las arenas se compactaron y llegaron a ser peñas que han sido testigos del paso de generaciones de diferentes pueblos, unos prehistóricos y otros no tanto, aunque pudieran parecerlo. Éstos horadaron las rocas con diferentes propuestas y maneras. Los más primitivos escavaron refugios y tumbas. Para los romanos fue lugar de paso entre Segóbriga y Ercávica. En la reconquista valió de cobijo a moros y cristianos, cuando las fronteras andaban tan pronto acá como allá. Ya en el siglo XVI se usó como cantera para la construcción de la iglesia parroquial. Más recientemente, estas areniscas han sido el soporte de grabaciones de los nombres y corazones de quienes por allí pasaron enamorados y/o haciendo el asno.  Afortunadamente, ese ansia de labrar las piedras ha quedado relegada recientemente gracias a la aparición de 'Facebook', 'Tuenti' o 'WhatsApp'. Estos medios han facilitado la divulgación de nuestra existencia, la de nuestros amores y la de nuestros amigos, con índices de difusión jamás imaginados por quienes pasamos la infancia y la pubertad raspando peñascos.

Areniscas aparte, los tratados de historia han ignorado a esta comarca y a este pueblo en gran medida, dejando pocas referencias escritas de lo que en él ha acaecido. Nuestros conocimientos sobre los acontecimientos históricos del lugar nos han llegado envueltos en el bibliobús, que aparcaba cada mes en la plaza del pueblo, a la sombra de la olma, mientras ésta existió. En los  cuarenta años de biblioteca móvil, Migue y su avidez lectora no han dejado de escarbar cada uno de los estantes del autobús y de leer y releer los libros que allí se prestaban; desde un clásico mundialmente conocido como 'Titín: objetivo la luna' hasta 'Tres devociones en una' del ya fallecido párroco local D. Jesús Pinar Ramos. He de reconocer que la mayor parte de vecinos no hemos sido socios tan asiduos del bibliobús como Migue; pero él nos ha ido culturizando a todos los garcinarreros con sus pláticas. Nuestra sabiduría se ha fraguado en las jodías noches invernales alcarreñas, que hacían que buena parte del pueblo buscara cobijo en el bar de Juan Pablo o en el teleclub, entre la barra y la estufa de leña. Entre birras o cubatas -como si de una universidad se tratara- Migue ha ido destilando sus conocimientos de la historia de esta localidad, mezclando con juegos de naipes y chascarrillos que hacían aún más amenas las veladas. El cierre de estos bares supuso un serio revés para la cultura y educación de éste pueblo y aunque nuevos bares se abrieron, éstos nunca han llegado a ser lo mismo; ¡será que evolucionamos!

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